julio 27, 2024
La Región Sureste de Coahuila busca complementar la actividad de negocios que le brinda el clúster automotriz. El turismo paleontológico tiene un crecimiento importante y de igual manera se impulsa la industria vitivinícola, que está mostrando un auge en esta zona con el florecimiento de diversas

La Región Sureste de Coahuila busca complementar la actividad de negocios que le brinda el clúster automotriz. El turismo paleontológico tiene un crecimiento importante y de igual manera se impulsa la industria vitivinícola, que está mostrando un auge en esta zona con el florecimiento de diversas bodegas, como Los Cedros, Bodegas del Viento en Arteaga, Viñedos San Juan de la Vaquería en Saltillo, La Florida en General Cepeda y Amonite en Ramos Arizpe. A decir de Raúl Rodarte Leos, director de la Oficina de Convenciones y Visitantes (OCV), el objetivo es diversificar el turismo que llega a esta región del estado. La industria vitivinícola en la Región Sureste muestra un ritmo de crecimiento importante de poco más de una década a la fecha. 

Hasta el momento, estas son las casas productoras que ya mantienen una producción de uva constante y que en su mayoría ya están abiertos al público:  En la sierra de Arteaga: Bodegas Los Cedros  Bodegas del Viento  Viñedos Blanco en la sierra de Arteaga.  En Saltillo: San Juan de la Vaquería. En General Cepeda  La Florida  Amonites En Ramos Arizpe: Capellanía.  Además, se tiene visualizado un nuevo desarrollo en General Cepeda de nombre Patchama, entre otros proyectos vitivinícolas. 

Una de las bodegas más destacadas es justamente San Juan de la Vaquería, que se ubica en el industrioso y automotriz Valle de Derramadero, donde después del éxito de las primeras cosechas, el proyecto fue creciendo, hasta en la actualidad alcanzar las 20 hectáreas establecidas, cosechando las variedades de uva Cabernet Sauvignon y Merlot, experimentando igual con la elaboración de un vino rosado con las mismas uvas tintas, comentó Antonio Silva, experto de esta bodega saltillense de vinos inmersa en una gran nogalera.

“Saltillo se ha manejado como un municipio industrial y de negocios, siendo un clúster automotriz; tenemos más de 23 parques industriales, cuatro complejos automotrices y más de 250 empresas, creo que el empuje de la región es el tema vitivinícola y paleontológico, que es donde se concentra el mayor número de restos fósiles con los municipios aledaños; somos un destino con turismo emergente, pero hay mucho que se puede explotar en vinos, paleontología e historia; de ahí también el proyecto Vinos y Dinos”, comentó Rodarte Leos.

Dijo que empujando estas y otras fortalezas que se tienen, la Región Sureste reporta ocupaciones hoteleras de alrededor de 55 por ciento, cuando en plena pandemia se cayó al 18% en esta temporada. La meta al final del año es generar entre 850 millones de pesos en derrama económica por hospedaje. De acuerdo a Frida Montes de Oca, de la OCV Saltillo, Vinos y Dinos es una campaña sustentada en un estudio que demostró que los suelos que son fértiles para la siembra de la uva son suelos donde hay fósiles, tal y como pasa en regiones de la Rioja, España, en Estados Unidos, y algunas partes de Sudamérica. 

“Coahuila es denominado Tierra de Dinosaurios, no por la gran cantidad, sino por la gran diversidad de especies de dinosaurios encontrados, que van desde aéreos, marinos, terrestres», declaró. La visión millenial de la enología en San Juan de la Vaquería Gerardo José Aguirre Lobo es egresado de la carrera de Agronomía del Tecnológico de Monterrey, con 33 años, comenta que posteriormente realizó una maestría en Enología y Viticultura de la Universidad Politécnica de Madrid, laboró en varias vitivinícolas en Chile y Europa.

Gerardo trajo su conocimiento y experiencia a San Juan de la Vaquería, integrándose a los trabajos en la bodega que fundó su padre, hoy le pone su sello muy personal a la producción de vinos en este viñedo, localizado a mil 850 metros de altitud en el Valle de Derramadero, en Saltillo, Coahuila. El suelo calizo derivado de sus tierras rojizas, hace de San Juan de la Vaquería un lugar especial para el cultivo y la madurez de la uva, con procesos de elaboración y crianza en barricas de roble francés. ¿Cómo se integra Gerardo Aguirre al proyecto de San Juan de la Vaquería?

«Este era un proyecto que empezamos desde que estaba estudiando Agronomía en el Tec de Monterrey. Asesorados por Casa Madero, empezamos con una hectárea de Cabernet Sauvignon, mi papá entonces se dedicaba a las hortalizas, luego nogaleras y poco a poco nos hemos introducido en el mundo de los vinos. Enfoqué mi carrera a la parte frutal, hice mis prácticas profesionales en Casa Madero, luego me fui a estudiar Enología en Madrid. Hicimos una cosecha de uva, me fui a Chile a trabajar y poco a poco hemos aprendido del cultivo», externó.

¿Cual es la visión que le puede aportar siendo millenial a un negocio que tiene siglos de tradición? «Al final este es un producto agrícola, desde hace cuarenta años mi papá se ha dedicado al campo aquí en la región de San Juan de la Vaquería, al tener este producto se puede llevar desde la plantación en el campo hasta la copa al consumidor final, da una gran satisfacción. Ser partícipes en los cambios, lo que se quiere transmitir en la etiqueta, la forma en cómo se quiere vender y al público al que se quiere llegar», expresó.

La primera cosecha que tuvieron fue en el 2010, es una etiqueta joven. ¿Cómo visualiza la marca al paso de los años? «Es un vino coahuilense y 100% saltillense, es una forma de expresar el campo saltillense al consumidor final aquí mismo. Empezamos a nivel local las ventas y luego en otras partes del país, como ciudad de México y otras entidades, que la gente se aprecie y se compara incluso con vinos de otros países. Lo que diferencia un vino de otro es el campo, el terruño, el clima, la geografía y la mano de obra, así se hace la diferencia entre otros vinos.

Con los vinos blancos y rosados, intentamos llegar a nuevos consumidores, el vino blanco es muy fresco y fácil de tomar, para gente que quizás no esté muy metida en el mundo del vino y que quiere empezar a probar. El vino tinto es más para comidas, carne, gente que ya apreciar lo mejor de los vinos, en general a todo el público consumidor de vino», indicó. ¿Cuál considera que es su mejor etiqueta? «El vino tinto es el más vendido. El blanco y rosado cada vez se consume más, va incrementando», mencionó. ¿Hay competencia entre los vitivinicultores?

«La relación con los otros viticultores comenzó como una asociación, crecemos juntos y nos apoyamos mutuamente. La principal competencia del vino no son otros vinos, son otras bebidas en México, si se logra que cada vez más gente consuma más vino, será importante. Hace cinco a diez años, cuando empezamos con este tema, estaba en medio litro por persona y ahora ha crecido a más de un litro. En Europa el consumo es de 34 litros por persona, en Argentina es de 25 litros por persona», opinó. ¿Se le apuesta a competencias de vinos para conseguir medallas?

«Se ha participado en concursos, pero no nos enfocamos en ello, los que han participado son gente muy experta y conocedora. A nosotros lo que más nos interesa es que se consuma, sí es un incentivo el tener esos premios pero no es nuestro objetivo final. Queremos hacer vinos accesibles y quitar la barrera de que necesitas ser un gran conocedor para poder consumir vinos, cuando al final es de las bebidas más comunes que existen», respondió.

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